Interpretación de los Comportamientos No Verbales en la Entrevista Policial

En junio de 2007, el criminólogo de la Universidad de Toledo (Ohio, EE. UU.), Richard R. Johnson, publicó un artículo titulado “Race and Police Reliance on Suspicious Non-Verbal Cues”, en el que desacreditó muchas de las técnicas de entrevista e interrogatorio que sugieren la posibilidad de determinar la veracidad o el engaño en un sospechoso mediante la observación de sus patrones de comportamiento no verbal.

 

El estudio de Johnson se basó en la observación del programa/documental “Cops”, en el cual un equipo de cámaras acompaña a policías y los filma durante sus tareas rutinarias sin ningún tipo de edición. Su objetivo era analizar la interacción entre los policías y los detenidos para determinar si los criterios de los oficiales al evaluar la “inocencia” o “culpabilidad” de los sospechosos a través de la observación de las señales conductuales estaban fundamentados en razones correctas.

 

Johnson analizó 480 episodios de la serie, de los cuales extrajo 452 escenas en las que el ciudadano detenido aparecía en pantalla de la cintura para arriba durante al menos sesenta segundos. Luego dividió estas escenas en “inocentes” y “culpables”, según la información proporcionada por el programa, y finalmente dividió los datos obtenidos por raza de los sospechosos para darles un enfoque estadístico (caucásicos, afroamericanos e hispanos).

 

Según las técnicas de entrevista más populares, la guía más utilizada por los policías para determinar la conducta de un sospechoso es el contacto visual. Bajo este enfoque, las personas mienten cuando miran a otro lado, y los sospechosos veraces mantienen durante más tiempo el contacto visual con el oficial entrevistador. El estudio de Johnson desacredita esta creencia al encontrar que las personas afroamericanas “inocentes” mantienen la mirada al oficial menos tiempo que una persona afroamericana “culpable”. Sorprendentemente, el estudio también encuentra que las personas caucásicas sostienen la mirada a los oficiales mucho más tiempo que las otras razas, especialmente los caucásicos que resultaron ser “culpables”.

 

Lo segundo que analizó Johnson fueron las expresiones faciales de los sospechosos, ya que las técnicas tradicionales de entrevista indican que los cambios en las expresiones pueden sugerir falsedad, y la ausencia de estos cambios sugiere veracidad en la declaración del sospechoso. El enfoque del estudio fue específicamente en la sonrisa, ya que la creencia común es que una sonrisa continua es un buen indicador de “culpabilidad”. Los datos encontrados por Johnson determinaron que esta creencia es totalmente falsa, al identificar que quienes más sonríen son los afroamericanos “inocentes”, y que quienes menos lo hacen son los hispanos, sin importar si son “culpables” o no.

 

Según las técnicas tradicionales de entrevista, cuando alguien interrumpe y reanuda nerviosamente su discurso una y otra vez, presenta un comportamiento que puede interpretarse como evasivo o de engaño. El estudio de Johnson demostró que los afroamericanos “culpables” suelen hablar con más fluidez que los otros grupos, mientras que los hispanos “inocentes” son los que más se comunican usando risas nerviosas y vacilaciones, desacreditando nuevamente las ideas tradicionales.

 

Las técnicas tradicionales de entrevista indican que la gesticulación de las manos del sospechoso debe observarse también, prestando especial atención a si estas permanecen inmóviles, lo que quizá indique falta de confianza en la respuesta del sospechoso; si se mueven apartándose del cuerpo, lo que se conoce como un ilustrador; o si estas entran en contacto con alguna parte del cuerpo, lo que se conoce como un comportamiento adaptador. Una vez más, el estudio de Johnson es contundente al desacreditar estas teorías al indicar que, aunque existe una tendencia entre los caucásicos y afroamericanos “inocentes” de mantener sin movimiento alguno sus manos durante su declaración, esta tendencia existe también entre los afroamericanos “culpables”. Además, son también los afroamericanos “inocentes” los que tienen el mayor movimiento de sus manos al responder a preguntas específicas de los oficiales, indicando nuevamente que no existe ningún patrón específico de movimiento o falta de movimiento en las manos del sospechoso que pueda ser observado por los oficiales para determinar si habla con verdad o mentira.

 

Resulta interesante mencionar que, aunque este estudio desacredita las creencias tradicionales de la mayoría de las técnicas de entrevista e interrogatorio, tampoco indica que tal o cual comportamiento específico pueda interpretarse como un indicador de “inocencia” o “culpabilidad”. En los tres grupos raciales (caucásicos, afroamericanos e hispanos), se encontraron patrones de uno u otro comportamiento, independientemente de si resultaban ser “inocentes” o “culpables”. Por lo tanto, los datos antes mencionados solo deben interpretarse como parte de un índice estadístico y no deben utilizarse para determinar si una persona detenida habla con verdad o mentira al responder a preguntas específicas.

 

Las lecciones que nos deja el estudio realizado por Johnson son muchas, pero posiblemente la más importante es que, al igual que han demostrado muchos otros estudios, encontrar cualquier tipo de patrón en el comportamiento de un entrevistado que sirva para determinar si habla con verdad o mentira es prácticamente imposible. Por lo tanto, el entrevistador debe descartar por completo este tipo de observaciones.

 

Gracias a este y muchos otros estudios formales, las técnicas modernas de entrevista han dejado de utilizar los patrones de comportamiento del entrevistado como indicadores confiables para determinar si habla con verdad o mentira, y, en cambio, han enfocado sus esfuerzos en encontrar indicios de error y contradicción en la declaración del entrevistado.

 

La experiencia nos ha enseñado que, aunque la mayoría de los entrevistadores profesionales entienden hoy en día que la única forma de determinar si un entrevistado miente es a través del análisis de su declaración y no mediante la observación de su comportamiento no verbal, en la práctica, ya sea por costumbre o por no saber qué observar, resulta casi imposible dejar estos hábitos de lado durante el proceso de entrevista. También hemos observado que un proceso estructurado de entrevista y el uso de herramientas específicamente diseñadas para cada paso del proceso facilitan considerablemente la tarea, ya que un buen sistema de entrevista le indica al entrevistador qué buscar y lo acompaña en el proceso para lograrlo.


Información sobre los programas de entrenamiento del sistema Entrevista Dirigida de Investigación puede ser obtenida vía email: israel.robledo@controltotalderobos.com


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